Al son que me toquen no bailo

Este título es una negación de una frase popular que se ha usado para representar aquella capacidad de algunas personas de adaptarse a las condiciones que otros proponen.

Siendo en ocasiones una capacidad necesaria para las buenas relaciones y en general para el éxito, quiero decir que el adaptarse a ciertas condiciones se hace necesario en un mundo tan exigente como en el que vivimos, pero también hay que decir que no siempre esta frase y los comportamientos que de ella se derivan son tan buenos como parecen.

A menudo nos encontramos con personas que se han enseñado a vivir con libretos ajenos, a bailar la música que otros tocan así no sea el ritmo que más les gusta o así no sepan bailar ese ritmo y entonces sin saberlo se ponen al servicio de las directrices de otros, sus decisiones se basan en la aprobación ajena y siempre buscan relaciones donde los demás lleven el control.

Estas son las personas que su estado de ánimo depende de otros, que su actitud es una constante respuesta a la actitud de la gente a su alrededor, que han perdido el dominio personal porque el control esta en lo que pasa fuera de ellos, entonces, si su pareja o su jefe está de mal humor, ellos reaccionan de igual manera, el estado de su casa, de su carro y hasta de sus cosas más íntimas depende de sus hijos y se argumentan en excusas como “ es que mis niños son muy desordenados”

También encontramos a aquellas personas adictas a drogas a vicios o a personas (que es igual de grave) son los llamados codependientes, personas cuyos estados emocionales están condicionados por algún elemento o persona, son, como afirma Santiago Apóstol, el escritor bíblico, “como la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de un lado al otro.

Hay casos aún más complejos donde la persona ha perdido totalmente el control de su vida y ha cedido dicho control a otros, los cuales se encargan de decidir el rumbo que la vida de estos individuos debe tomar, tal es el caso de una mujer que aproximándose a sus cuarenta años, se dio cuenta que siempre había seguido el libreto que le impuso su madre; nunca estudió porque su madre que vive del dinero que le envía del exterior uno de sus hijos le pedía que se quedara con ella haciéndole compañía, con este mismo argumento no ha podido tener estabilidad laboral y menos una relación de pareja duradera, hoy vive una vida de total insatisfacción y queriendo salir de esa situación pero con el temor de dar un paso no consentido por su madre.

La pregunta entonces es ¿Cómo se resuelve este problema de codependencia, más aun cuando así se ha vivido por muchos años?

Primero es importante entender los diferentes tipos de dependencia a los que estamos expuestos en nuestras relaciones y luego tomar decisiones en cuanto a lo más correcto, tomemos como referencia lo que el terapeuta y escritor Jorge Bucay dice al respecto:

La dependencia es la necesidad que un individuo tiene de alguien o de algo, por razón natural, o por fuerza mayor por ejemplo un recién nacido es “dependiente” de su madre.

La codependencia va más allá, es una dependencia de tipo emocional, que lleva a una persona a perder el sentido de sí misma, y actúan de manera consciente o inconsciente conforme a las necesidades y deseos de otros, como una forma de ganar aprecio, ser aprobadas, evitar conflictos o ser abandonadas.

La independencia es un sentido de autosuficiencia, el autosuficiente cree que no necesita de nadie más.

La interdependencia es una dependencia recíproca, donde cada uno asume su responsabilidad y permite que el otro asuma la propia. Este es el estado óptimo en las relaciones, entendemos que siendo adultos nuestro nivel de dependencia especialmente en el plano emocional es mínimo, también comprendemos que no vivimos solos, que necesitamos de otras personas y fundamentalmente, que somos responsables de nuestra vida, de nuestros resultados y que son las decisiones y acciones que tomamos las que definen nuestro rumbo y no las decisiones ni las acciones de otros, esta idea bien comprendida nos ayuda a ver a los demás como colaboradores en nuestro éxito y no como culpables de nuestro fracaso.

Cuando tomas el control de tu vida, cuando asumes la responsabilidad que te corresponde por tus actos, cuando tienes la capacidad de ser una persona asertiva, cuando no temes decir “NO” a todos aquellos que quieren obligarte a bailar su música, te haces más interdependiente y es ahí cuando comienzas verdaderamente a vivir, como dijo Hal Elrod “El momento en que aceptas responsabilidad por todo en tu vida, es el momento en que tienes el poder para cambiar todo en tu vida“.

Qué tal si hoy das un paso importante en tu vida, identifica si eres dependiente o peor aún codependiente, reconoce el daño que esto ocasiona y decide tomar las riendas de tu vida, entiendo que no es fácil porque seguramente desde muy temprana edad te habituaste a tales comportamientos; pero también sé que no es imposible, tienes que aprender a negarte a bailar al son que otros toquen, pero antes debes saber qué es lo que quieres bailar, mientras no sepas que es lo que quieres será difícil dejar de bailar la música destemplada que otros tocan y por ende no podrás tomar el control de tu vida.

Wilman Cuellar

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